Lecturas adaptadas para niños y niñas del PRIMER CICLO DE PRIMARIA para educar en valores.

Pico Chato, el equilibrista


Pico Chato era un pato de granja cuya mayor ilusión era convertirse en equilibrista. Todos los días ensayaba muchas horas sobre la cuerda, animado por su fiel amigo Poco Pocho, otro pato un poco más anciano que cuando era joven tuvo esa misma afición.
Pero como los dos eran un poco "patosos", la verdad es que no se les daba muy bien, aunque no por ello dejaban de entrenarse y tratar de mejorar.
Cierto día, llegó un carnero nuevo a la granja, que al poco de ver a los patos haciendo sus equilibrios, comenzó a halagarlo y a decirle lo bien que lo hacía y que sería capaz de cruzar un precipicio haciendo equilibrio sobre una cuerda.
Esto animó muchísimo a Pico Chato, a pesar de que su amigo Poco Pocho le comentaba que no había notado que lo hiciera mejor.
Y en pocos días, Pico Chato ya había quedado con el carnero junto al barranco del río, un lugar con un gran salto que sólo podría cruzarse pasando por una cuerda.
Poco Pocho trató de convencer a su amigo de que aún no era tan buen equilibrista y que aquello sería peligroso. Pero Pico Chato prefirió creerse al carnero , y pensó que era el mejor equilibrista del mundo, y que el viejo pato sólo tenía envidia. Así que Pico Chato se enfadó con su viejo amigo.
El pato empezó a cruzar el río sobre una cuerda, pero nada más comenzar, perdió el equilibrio y cayó.
El joven pato se agarró a la rama de un árbol que había al lado del río, y pidió ayuda al carnero, pero éste había desaparecido. Allí pasó un rato Pico Chato con la pata rota, pensando que su viejo amigo tenía razón, y en cuánta suerte tenía de tener un amigo tan bueno, capaz de decirle las cosas sinceramente...
Y efectivamente era un buen amigo, porque sabiendo lo que iba a ocurrir, no había perdido el tiempo, y había ido a buscar a un grupo de patos salvajes, viejos amigos suyos, que volaban mucho mejor que los pobres patos de granja.
Con ellos había preparado una operación de rescate, sabiendo que su amigo caería de la cuerda.
Pico Chato le pidió entonces mil perdones al anciano pato que aceptó encantado. Pico Chato se dio cuenta de que los buenos amigos siempre quieren nuestro bien.
( adaptación del cuento de Pedro Pablo Sacristán )

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