Lecturas adaptadas para niños y niñas del PRIMER CICLO DE PRIMARIA para educar en valores.

La estrella diminuta

Había una vez una estrella muy, muy chiquitita, tan pequeñita como un mosquito, que vivía en el cielo junto a sus papás, dos estrellas enormes.
La pequeña estrella era muy curiosa y siempre quería verlo todo, pero sus papás le decían que aún era pequeña para ir sola, y que debía esperar.
Un día, la estrella vio un pequeño planeta azul; era tan bonito que se olvidó de lo que le habían dicho sus padres, y se fue hacia aquel planeta.
Pero voló tan rápido, tan rápido, que se desorientó y ya no sabía volver.
Una vez en la Tierra, donde creía que lo pasaría bien, la gente y los demás animales la confundieron con una luciérnaga brillantísima, así que todos querían atraparla. Huyó como pudo, muy asustada, hasta que se escondió tras una sábana. Entonces todos pensaron que era un fantasma, y huyeron despavoridos.
La estrellita aprovechó su disfraz para divertirse muchísimo asustando a todo el mundo, hasta que llegó a una montaña en la que vivía un gran dragón. La estrellita también trató de asustarle, pero no sabía que era un dragón comefantasmas, y cuando quiso darse cuenta, se encontraba entre las llamas de fuego que escupía por su boca el dragón.
Afortunadamente era una estrella muy caliente, así que pudo escapar del fuego y del dragón, pero acabó muerta de miedo y de tristeza por no estar con sus papás.
Estuvo llorando un rato, pero luego se le ocurrió una idea para encontrar a sus papás: buscó una gran roca en una montaña altísima, y desde allí, mirando al cielo, se asomó y se escondió, se asomó y escondió, y así una y otra vez.
Sus papás, que la andaban buscando preocupadísimos, vieron su luz intermitente brillar en la noche, y acudieron corriendo a señalarle el camino de vuelta.Así la estrellita vivió muchas aventuras y aprendió muchas cosas, pero ya no se le volvío a ocurrir irse solita hasta que fuera mayor.
( Pedro Pablo Sacristán)

Jugando con el sol

Había una vez un bosque en que todos los animales jugaban felices y contentos. Tanto que el sol que los veía quiso jugar con ellos. Estos le dejaron jugar, pero cuando el sol bajó del cielo y se acercó al bosque, ninguno podía resistir el calor y todos huyeron a esconderse.
Entonces, el sol volvió a subir junto a las nubes, pero estaba tan triste que ya no quería salir a iluminar nada, y sin el sol, todo se fue apagando, y el precioso bosque y sus animales también. Los animales, sabiendo la causa que apenaba al sol, se reunieron a pensar en formas de alegrarle, hasta que alguien propuso jugar con él de noche, cuando ya no quema, y así evitar sus rayos. Y así lo hicieron.Todos tuvieron que hacer un gran esfuerzo para descansar más durante el día y poder jugar por la noche, pero tenían tantas ganas de alegrar a su amigo el sol, que nadie puso ninguna pega, y la luz y la alegría volvieron al bosque y al resto del mundo.

(Es uno de los maravillosos cuentos creados por cada uno de los grupos del "Taller de Cuentos Creativos" que he dirigido esta tarde en el colegio Tajamar de Madrid. Quiero dar las gracias a todos los que han participado, porque ha sido una experiencia divertida y enriquecedora.)

LA MARIPOSA BELLA

Cuenta la historia que en un día de primavera todos los animalitos del bosque se preparaban para una gran fiesta.

Todos estaban invitados y querían ponerse muy lindos. Pero Bella la mariposa se creía muy superior a los demás. Pensaba que en el baile no encontraría a alguien que fuese tan hermoso como ella, y tan inteligente.

Todos los animalitos se prepararon, con adornos de flores, ramitas, sombreritos y muchos colores.

Bella, la mariposa, pensaba que no se iba a poner nada porque ya era muy linda.

El gran salón estaba decorado con hermosas luces, guirnaldas de flores y un gran espejo que era el centro de la fiesta. Todos bailaban contentos y se divertían.
Bella encontró alguien precioso , tan precioso como ella …pero que no hablaba, no pensaba, solo sonreía si ella lo hacía, y le saludaba cuando ella también lo hacía.

Los animalitos comenzaron a reírse de Bella, pero ella no les hizo caso y siguió encantada con esa persona fascinante.

Fueron pasando las horas y todos encontraron pareja y se iban a sus casas muy contentos.

Y cuando ya no había nadie en el salón, Bella desesperada se dio cuenta de que el ser fascinante que había estado con ella toda la noche, era su propio reflejo en el gran espejo del salón.

Bella se dio cuenta que había estado toda la noche sola, mirándose en el espejo y entonces reflexionó… Era muy hermosa pero por ser tan engreída ya se había quedado sola.



¡No seas como la mariposa bella, que por tanto quererse se quedó solo con ella! Mira a tu alrededor y disfruta con los demás.


Artista autora de la imagen Chariklia Zarris

EL GIRASOL TARDÓN


Había una vez un profesor que en una de las clases entregó semillas a sus alumnos y alumnas para que plantaran y cuidaran un girasol.
Uno de los niños, a quien encantaban las pipas de girasol, estaba tan emocionado que plantó la semilla y la cuidó con esmero durante días.
Cuando por fin apareció el primer brote, el niño impaciente fue a ver a su profesor "¿puedo arrancarla ya?", le preguntó ansioso.
El maestro contestó que aún debía cuidar la planta algún tiempo más antes de poder recoger las pipas del girasol.
El niño volvió decepcionado, pero siguió cuidando su planta. Pero cada vez estaba más impaciente, y no hacía más que preguntar al profesor cuándo podía cortar el girasol. Y aunque éste le pidió paciencia, en cuanto el niño vio las primeras pipas en la flor, las cortó para comerlas.
Sin embargo, la planta estaba aún verde, y las pipas no se podían comer. El niño quedó desolado: ¡tanto esfuerzo cuidando su planta para al final echarlo todo a perder por un poco de impaciencia!.
Y aún fue mayor su enfado cuando comprobó lo enormes que llegaron a ser los girasoles de sus compañeros, así que se propuso firmemente no volver a ser tan impaciente y hacer caso al profesor.


Cuando es necesario hay que tener paciencia y saber esperar, porque la impaciencia a veces nos hace tomar decisiones equivocadas.

Pico Chato, el equilibrista


Pico Chato era un pato de granja cuya mayor ilusión era convertirse en equilibrista. Todos los días ensayaba muchas horas sobre la cuerda, animado por su fiel amigo Poco Pocho, otro pato un poco más anciano que cuando era joven tuvo esa misma afición.
Pero como los dos eran un poco "patosos", la verdad es que no se les daba muy bien, aunque no por ello dejaban de entrenarse y tratar de mejorar.
Cierto día, llegó un carnero nuevo a la granja, que al poco de ver a los patos haciendo sus equilibrios, comenzó a halagarlo y a decirle lo bien que lo hacía y que sería capaz de cruzar un precipicio haciendo equilibrio sobre una cuerda.
Esto animó muchísimo a Pico Chato, a pesar de que su amigo Poco Pocho le comentaba que no había notado que lo hiciera mejor.
Y en pocos días, Pico Chato ya había quedado con el carnero junto al barranco del río, un lugar con un gran salto que sólo podría cruzarse pasando por una cuerda.
Poco Pocho trató de convencer a su amigo de que aún no era tan buen equilibrista y que aquello sería peligroso. Pero Pico Chato prefirió creerse al carnero , y pensó que era el mejor equilibrista del mundo, y que el viejo pato sólo tenía envidia. Así que Pico Chato se enfadó con su viejo amigo.
El pato empezó a cruzar el río sobre una cuerda, pero nada más comenzar, perdió el equilibrio y cayó.
El joven pato se agarró a la rama de un árbol que había al lado del río, y pidió ayuda al carnero, pero éste había desaparecido. Allí pasó un rato Pico Chato con la pata rota, pensando que su viejo amigo tenía razón, y en cuánta suerte tenía de tener un amigo tan bueno, capaz de decirle las cosas sinceramente...
Y efectivamente era un buen amigo, porque sabiendo lo que iba a ocurrir, no había perdido el tiempo, y había ido a buscar a un grupo de patos salvajes, viejos amigos suyos, que volaban mucho mejor que los pobres patos de granja.
Con ellos había preparado una operación de rescate, sabiendo que su amigo caería de la cuerda.
Pico Chato le pidió entonces mil perdones al anciano pato que aceptó encantado. Pico Chato se dio cuenta de que los buenos amigos siempre quieren nuestro bien.
( adaptación del cuento de Pedro Pablo Sacristán )

Carreras de patos



CuiK y CuaK eran dos patitos valientes y deportistas que vivían con mamá pata.
Los dos eran rapidísimos, y siempre estaban compitiendo. Echaban carreras en cualquier lugar: por tierra, por mar y por aire; corriendo, nadando o volando.
Un día que volvían de visitar al tio Patete, Cuik soltó las palabras clave "¡el último que llegue es un ganso!", y ambos salieron nadando río abajo.
Los dos conocían bien el camino, pero CuaK llevaba algún tiempo preparando un truco. Se había dado cuenta de que en el centro del río la corriente era más fuerte y podía ayudarle a ir más rápido, así que aunque mamá pata les tenía totalmente prohibido nadar por el centro del río, CuaK se dirigió hacia aquella zona pensando : "ya soy mayor para nadar aquí".
En seguida se vio que CuaK avanzaba mucho más rápido que Cuik y le sacaba mucha ventaja.
CuiK estaba indignado, porque él nunca desobedecía a mamá pata, pero por obedecer iba a perder la carrera
Según avanzaban la corriente se hacía más fuerte, y CuaK cruzó triunfante la línea de meta .
Pero CuaK no se dio cuenta de que el río lo llevaba directamente a un gran remolino en el centro del río; para cuando quiso reaccionar, allí estaba dando vueltas y vueltas, sin poder salir del remolino.
Sacarle de allí fue dificilísimo, porque ningún pato tenía fuerza para nadar en aquellas aguas . El pobre CuaK, que no paraba de tragar agua, la cabeza le daba mil vueltas .
Afortunadamente, una vaca de una granja cercana apareció por allí para sacar a CuaK antes de que él solo se bebiera toda el agua del río.
Cuando le dejaron en el suelo, siguió dando vueltas durante un buen rato, de lo mareado que estaba, mientras algunos de los animales que lo habían visto se reían contentos al ver que todo había acabado bien.
Aquel día CuiK comprendió que hacía bien haciendo caso a su mamá, aunque al principio pudiera parecer que era peor.
Y CuaK... bueno, CuaK no podría olvidarlo aunque quisiera, porque desde entonces, ya no se le ocurrió desobedecer a mamá

Aunque los mayores nos digan cosas que al principio no nos gusten, siempre lo hacen porque saben más y mejor lo que puede ocurrir.
(autor Pedro Pablo Sacristán)

EL NIÑO DE LAS MIL COSQUILLAS

Pepito Chispiñas era un niño tan sensible, tan sensible, que tenía cosquillas en el pelo. Bastaba con tocarle un poco la cabeza, y se rompía de la risa. Y cuando le daba esa risa de cosquillas, no había quien le hiciera parar.
Cuando venían a casa las amigas de su abuela, siempre terminaba desternillado de risa, porque no faltaba una viejecita que le tocase el pelo diciendo "qué majo".
En la peluquería nunca le pudieron cortar el pelo, porque cada vez que la peluquera le tocaba la cabeza, Pepito se partía de la risa.
Y los días de viento eran la monda, Pepito por el suelo de la risa en cuanto el viento movía su pelo.
Verle reír era, además de divertidísimo, tremendamente contagioso, y en cuanto Pepito empezaba con sus cosquillas, todos acababan riendo sin parar.
Así que, según se iba haciendo más mayor, empezaron a no dejarle entrar en muchos sitios, porque había muchas cosas serias que no se podían estropear con las risas de Pepito.
Pepito hizo de todo para controlar sus cosquillas: llevó mil sombreros distintos, utilizó laca y gomina muy fuertes, y hasta se rapó la cabeza …Incluso hizo un curso de yoga para ver si podía aguantar las cosquillas relajándose al máximo, pero nada, ¡era imposible!.
Pepito deseaba con todas sus fuerzas ser un chico normal, así que empezó a sentirse triste y desgraciado por ser diferente.
Hasta que un día en la calle conoció un payaso especial. Era muy viejecito, y ya casi no podía ni andar, pero cuando le vio triste y llorando, se acercó a Pepito para hacerle reír.
Pepito le contó su problema con las cosquillas, y le preguntó cómo era posible que un hombre tan anciano siguiera haciendo de payaso.
- No tengo quien me sustituya- dijo él, - y tengo un trabajo muy serio que hacer.
Pepito le miró extrañado; "¿serio?, ¿un payaso?", pensaba tratando de entender. Y el payaso le dijo:
- Ven, voy a enseñártelo.
Entonces el payaso le llevó a recorrer la ciudad, parando en muchos hospitales, casas de acogida, albergues, colegios... Todos estaban llenos de niños enfermos o sin padres, con problemas muy serios, pero en cuanto veían aparecer al payaso, sus caras cambiaban por completo y se iluminaban con una sonrisa.
Aquel día fue aún más especial, porque en cada parada las cosquillas de Pepito terminaron apareciendo, y su risa contagiosa acabó con todos los niños por los suelos, revolcándose de la risa.
Cuando acabaron su visita, el anciano payaso le dijo, guiñándole un ojo:
- ¿Ves ahora qué trabajo tan serio? Por eso no puedo retirarme, aunque sea tan viejito.

Es verdad pensó Pepito , ese trabajo no podría hacerlo cualquiera, habría que tener un don especial para la risa.
Y así, Pepito se convirtió en payaso, sustituyendo a aquel anciano tan excepcional, y cada día se alegraba de ser diferente, gracias a su don especial.

Todo lo que nos hace diferentes nos hace a la vez especiales.